Reflexión Nº8: Ver con el Alma, escuchar con el corazón
- Lasvocesdecristo ♪♫
- 28 oct 2024
- 4 Min. de lectura
PODCAST · Lectura y Reflexión
Buenos días. Buenas tardes, queridos hermanos, queridas hermanas, queridos niños, soy el padre José y comparto con ustedes la palabra de Dios.
Del evangelio de San Marcos:
Cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo, Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús el Nazareno, se puso a gritar: "Jesús, hijo de David, ten piedad de mí". Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "Hijo de David, ten piedad de mí". Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces lo llamaron al ciego y le dijeron: "Ánimo, levántate, él te llama". Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" Él le respondió: "Maestro, que yo pueda ver". Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
Palabra del Señor.
Reflexión:
El pasaje del ciego Bartimeo es muy conocido por nosotros. Cuántas veces lo habremos escuchado, leído y meditado también. Bartimeo, sentado al borde del camino, se entera de que Jesús sale de Jericó y pasa por allí. Y comienza a gritar. Nosotros tenemos un canto de animación con gestos: "Jesucristo está pasando por aquí y, cuando él pasa, todo se transforma, la alegría viene y la tristeza se va". Bartimeo sabe que, cuando pasa Jesús, la vista vendrá y la ceguera se irá. Y sabe que con la vista vendrá la libertad para dirigir sus pasos donde quiera.
Lo primero que hace es "desobedecer" al maestro, que dijo: "Vete, tu fe te ha salvado", porque no le hace caso a lo que le dice, sino que comienza a seguirlo por el camino. Jesús, con sus signos sanadores y liberadores, no busca prosélitos, sino hombres y mujeres libres que sean conscientes de por qué lo siguen. ¿Lo seguimos a Jesús libremente? El Papa Francisco, al meditar este pasaje, se pregunta: "¿A qué grupo pertenecemos?" Con esta pregunta nos invita a hacer un examen de conciencia.
Los cristianos debemos aprender a escuchar los gritos de ayuda que hace la gente y a saber apoyarlos para que se acerquen a Jesús. Entre la gente que estaba aquel día con Jesús, cada uno tenía su personalidad, su modo de ver la vida y de sentirla. Por lo tanto, dice el Papa, había un grupo que no escuchaba los gritos, también hoy. Hay quienes no perciben los gritos de quienes tienen necesidad de Jesús. Estos son los cristianos indiferentes, dice el Papa. Creen que la vida es un grupito, "tu grupito", y nada más. Son gente egoísta, viven para sí mismos, lo siguen a Jesús, pero no lo escuchan. Como dice el profeta Isaías: "Tienen oídos, pero no oyen; tienen ojos, pero no ven; tienen corazón, pero no sienten".
Luego están los que escuchan, sí, pero quieren silenciarlo: "Cállate. No molestes al maestro". Esto también lo hicieron los discípulos cuando no querían que los niños se acercaran a Jesús. Creemos que Jesús es solo para nosotros. Otro grupo son los especuladores, que se han adueñado de lo religioso, como los escribas, los fariseos, los sumos sacerdotes. Son como dueños del templo de Jerusalén, y Jesús los expulsó del templo. Alejan de Dios y no permiten que otros se acerquen a Él.
Otro grupo que aleja de Jesús son los cristianos de nombre, nada más. Sin vida cristiana, sin testimonio. El Papa los llama "cristianos de salón", cristianos de fiesta, pero su vida interior es mundana. Hay otro grupo que el Papa llama "el grupo de los rigoristas". También alejan de Jesús. Son los que Jesús denuncia por cargar sobre los demás pesadas cargas que ellos no tocan ni con un dedo. Son aquellos que proponen reglamentos por encima de las necesidades de la gente. Pero, gracias a Dios, dice el Papa, hay un grupo de los que escuchan y ayudan a la gente a que se acerque a Jesús. Son los que le dicen a Bartimeo: "Ánimo, levántate, él te llama". Tratan de ser coherentes entre lo que creen y lo que viven.
Los "Bartimeos" en todo el mundo, y sin ir más lejos en nuestro país, se multiplican por miles. Sus gritos y protestas son significativos. Bartimeos que están al borde del camino de la vida, excluidos de ella, porque son pobres, ancianos, no tienen trabajo, están enfermos, llenos de adicciones. Son jóvenes, como los nuestros, en la delincuencia, viviendo al margen de la ley, que no son más que víctimas que no tuvieron la oportunidad, como tuvo tu hijo, de tener una familia o una mamá que se ocupe de él.
Quizás el tuyo hubiera sido uno de ellos si no hubieras estado ayudándole. No sé a qué grupo pertenecemos, pero si no eres cristiano de verdad, seguro que necesitas gritar para que el Señor te haga ver con los ojos del alma, porque tu ceguera no es física, sino espiritual. Dile a Jesús: "Hijo de David, ten compasión de mí". Y Jesús te dirá: "¿Qué quieres que haga por ti?"
Dile al Señor: "Que yo vea con el corazón, que escuche con él, el clamor de la gente, del planeta, de la justicia largamente esperada, de nuestra patria riquísima y hermosa, pero empobrecida, abusada y saqueada". Y que después de ver y sentir, me movilice a seguirte, a ser como tú, servidor de un mundo mejor, más fraterno, igualitario y libre. Que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.
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