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Reflexión Nº19: Dios no encandila, Dios ilumina

PODCAST · Lectura y Reflexión

Buenos días. Buenas tardes, queridos hermanos, queridas hermanas, queridos niños, soy el padre José y comparto con ustedes la palabra de Dios.





Lectura del Evangelio según San Marcos:

Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida, le trajeron un ciego a Jesús y le rogaban que lo tocara. Él tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: —¿Ves algo? El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: —Veo hombres, como si fueran árboles que caminan. Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó sano y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa diciéndole: —Ni siquiera entres en el pueblo.

Palabra del Señor.


Reflexión del Padre José:

Hermanos, una cosa es encandilar y otra cosa es iluminar. Cuando nos encandilan, nos dejan como ciegos. Cuando nos iluminan, nos ayudan a ver mejor. Dios es amor, y el amor es una luz; en todo su esplendor nos dejaría ciegos.

El evangelio de hoy nos confirma que la vida cristiana es un proceso que dura toda la vida. Dice que le trajeron un ciego a Jesús para que lo tocara. Le pedían un milagro instantáneo, casi mágico, pero Jesús lo toma de la mano y lo lleva a las afueras del pueblo.

¡Qué hermosa imagen! Hay una canción muy simple que dice: "Tomado de la mano con Jesús yo voy, yo voy a donde Él va".

El ciego se deja llevar por Jesús. Seguramente habrán ido conversando. Todo lo que se habrán preguntado, todo el diálogo que habrán tenido mientras caminaban, forma parte de la curación.

Me hace acordar a los dos discípulos que volvían de Jerusalén a Emaús el día de la Pascua. Jesús resucitado se acerca, camina con ellos y les explica las Escrituras. Y cuando lo reconocen al partir el pan, se dan cuenta de cómo sus corazones ardían al escuchar su enseñanza.

En el pasaje de hoy, algo parecido sucede. Poco a poco, el ciego comienza a ver hasta alcanzar la claridad total. Así es el camino de la catequesis: nos va iluminando para que podamos ver con claridad.

Vamos acogiendo a Dios según nuestras posibilidades: como niños, como jóvenes o como adultos. En todas las etapas de la vida, la Palabra de Dios es una lámpara para nuestros pasos si queremos ser cristianos.

La catequesis debe ser permanente. No es solo un tiempo o un espacio, sino un proceso constante en el que los cristianos dejamos que la Palabra de Dios nos ilumine. No podemos pensar que la catequesis tiene como única finalidad recibir los sacramentos.

Desde el Papa hasta el último bautizado, todos necesitamos que la Palabra nos ilumine, así como todos necesitamos de la luz del sol para caminar.

Pidamos entonces al Señor que, como el ciego del Evangelio, nos tome de la mano, nos lleve a un lugar apartado y nos ilumine la mente y el corazón, para que podamos ver con claridad.

Que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.

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