Reflexión Nº11: ¿Rezamos o solo pedimos?
- Lasvocesdecristo ♪♫
- 18 nov 2024
- 3 Min. de lectura
PODCAST · Lectura y Reflexión
Buenos días. Buenas tardes, queridos hermanos, queridas hermanas, queridos niños, soy el padre José y comparto con ustedes la palabra de Dios.
Del evangelio de San Lucas:
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse. "En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres. Y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él diciéndole: ‘Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario’. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: ‘Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme’". Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia con sus elegidos que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?"
Palabra del Señor.
Reflexión:
Hermanos, el tema de hoy tiene que ver con orar siempre sin desanimarse, pero no con la esperanza de que Dios nos escuche porque le insistimos una y otra vez. Jesús dice que Dios no es como el juez injusto de la parábola; Dios no es indiferente ni sordo, Él escucha "al toque". Sin embargo, esto no significa que actúe en el tiempo y modo que nosotros queremos. La oración no es una fórmula mágica ni una varita mágica.
Esto nos ayuda a conservar la fe, como dice Jesús al final del evangelio. En el Huerto de Getsemaní, en la noche de la traición, Jesús oró con lágrimas y sudor como gotas de sangre que caían al suelo, diciendo una y otra vez: "Padre, si te es posible, aparta de mí este cáliz, pero que no se haga como yo quiero, sino como Tú". Podemos pensar que el Padre no escuchó al Hijo, pero sí lo escuchó. Y, aunque no era posible evitar la prueba final, envió ángeles para fortalecerlo, permitiéndole cargar la cruz.
El Padre sostuvo desde adentro al Hijo, para que pudiera demostrar al mundo que no hay amor más grande que dar la vida, que el amor es más fuerte. La oración nos modela y nos ajusta al querer de Dios. Por eso debemos rezar, para que no sean nuestros deseos los que prevalezcan, sino la sabiduría infinita de Dios.
Nosotros pedimos mucho y oramos poco. Nuestro Padre, dice Jesús, sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos, como una madre que sabe lo que necesita su hijo. Aunque él pida chocolate todos los días, ella le dará fruta porque sabe lo que es mejor para él.
Antes de dudar de que Dios nos escuche o sea bueno, debemos preguntarnos si pedimos cosas convenientes. Muchas veces pedimos milagros o que Dios altere el curso normal de los acontecimientos: que me cure, que suceda lo que me interesa. El mundo no funciona así y Dios no funciona así. Dios puede hacer milagros, ya lo creo, pero no debemos pedirlos.
El verdadero milagro ocurre cuando aceptamos la vida como es y aprovechamos tanto lo bueno como lo malo para servir a Dios. Porque todos vivimos días llenos de sol y días llenos de nube, y esto no tiene nada que ver con Dios. Y si Él actuara en tu caso para dispersar tus nubes, ¿no debería hacerlo con todos los que viven en situaciones aún más nubladas que tú?
Que el Señor Todopoderoso nos bendiga en este día, nos conceda su paz y permanezca siempre.
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