Reflexión Nº10: Mas allá de las apariencias: lo que realmente vale a los ojos de Dios
- Lasvocesdecristo ♪♫
- 14 nov 2024
- 3 Min. de lectura
PODCAST · Lectura y Reflexión
Buenos días. Buenas tardes, queridos hermanos, queridas hermanas, queridos niños, soy el padre José y comparto con ustedes la palabra de Dios.
Del evangelio de San Marcos:
Jesús enseñaba a la multitud: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y en los banquetes, que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad". Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobra, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".
Palabra del Señor.
Reflexión:
Hermanos, el evangelio de hoy nos presenta dos posturas diferentes, o dos estilos de vida diferentes, y una mirada que evalúa, aprueba y rechaza. La lectura tiene dos partes: la primera, una advertencia, "cuidado con los escribas"; y la segunda, una alabanza a una viuda.
En la primera parte, Jesús advierte sobre los escribas, que son profesionales y especialistas en cuestiones religiosas. Esto les daba una gran autoridad y poder. Pero Jesús no se fija en sus conocimientos, sino en la apariencia y en las pretensiones de ellos. Les encanta vestir con amplios trajes, les gusta que la gente les haga reverencia por las calles, que les besen la mano, el anillo, que hagan cola cuando van a salir o llegar a un lugar; otros hacen colas y pagan entradas carísimas para ver sus espectáculos, pedirles autógrafos, filmarlos, darles entrevistas, tienen miles de seguidores en las redes, etcétera, etcétera.
Además, siempre están buscando los primeros lugares, las primeras planas. Aquellos escribas de ayer devoraban los bienes de las viudas; los escribas de hoy hacen fortunas con la pobre gente que paga lo que tiene para ir a verlos. Los escribas de ayer fingían hacer largas oraciones, y los de hoy se golpean el corazón y hacen corazones con sus manos, besan un escudo, por ejemplo, de una camiseta, y cuando llega una mejor oferta, no tienen problema en cambiar de camiseta. Tanto ayer como hoy, hay muchos presuntuosos, vanidosos, codiciosos, hipócritas. Todo un estilo de vida que Jesús rechaza y critica duramente. Por eso dirá: "Cuidado con los escribas". En otra parte dirá: "Cuidado con la levadura de los escribas y fariseos". No sé si es necesario agregar que los discípulos y nosotros hemos hecho poco caso a esta advertencia, porque esa levadura ha penetrado bastante en nuestros ambientes. Cualquier coincidencia con la realidad es pura casualidad.
La otra parte del evangelio se enfoca en otra protagonista, una viuda, como en la primera lectura, donde también aparece una viuda. Les recomiendo leerla, porque eso es fe, eso es tener fe y vivir la fe. Pertenece al primer libro de los Reyes, capítulo diecisiete, versículos ocho al dieciséis. Ahora Jesús está sentado en un lugar que le permite observar a la gente que dejaba su ofrenda para el templo. Por lo general, nos enfocamos en los que ponen mucho y nos admiramos, llegamos a la conclusión de que, cuanto más ponen, más fe tienen. ¡Qué agradecidos estamos! Más de uno hoy que tuvo la oportunidad de contar la colecta de misa al ver un billete de mil exclama: "Mirá, ¿quién habrá puesto esto?" Y la monedita no tiene importancia; hasta se puede llegar a pensar que quien la puso es un tacaño, sin ver a la persona.
Jesús, que se sentó a observar, ahora llamó a los discípulos y les enseña cómo tienen que mirar y descubrir tantos testimonios humildes y anónimos que da la gente sencilla, ofreciendo desde su indigencia lo que tiene muchas veces para vivir. Las dos viudas son símbolo de un estilo de vida que alaba Jesús, que pertenece a tantas personas en el mundo que ni cristianas son, pero que se preocupan por los demás, por los que menos tienen, y dan una mano. No importa cuánto des, sino que lo des, de corazón.
Sería bueno tomarnos el trabajo de pensar y rezar hasta qué punto la levadura de los fariseos y escribas ha penetrado en nosotros, en nuestra familia, en nuestras vidas, en nuestra Iglesia. Es difícil, pero con el ejemplo de Jesús y con su amor, podemos intentar tener un estilo de vida que agrade a Dios.
Y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.
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